Científicos del CECs descubren nuevo lago subglacial en la Antártica Occidental. Imprimir

El hallazgo se reporta en un artículo publicado en "Geophysical Research Letters" el 22 de mayo de 2015 con el título : Subglacial Lake CECs: discovery and in situ survey of a privileged research site in West Antarctica".

 

El lago es el primero descubierto por investigadores que no provengan de Europa o los Estados Unidos. Es un cuerpo de agua encapsulado y particularmente estable. El lago subglacial CECs se encuentra a sólo 10 grados geográficos del polo y su superficie es de al menos 18 kilómetros cuadrados.

 

 

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Los primeros indicios fueron detectados en el verano del año 2014, mientras la estación móvil “CECs 1” hacía su travesía por el plateau central de Antártica Occidental, aproximadamente en latitud 80 S a sólo 10 grados geográficos del polo sur. El día 21 de enero del 2014, las mediciones del radar terrestre mostraron retornos subglaciares distintos a los observados hasta la fecha, los que indicaban la presencia de un cuerpo de agua masivo a un poco más de 2,6 kilómetros profundidad bajo el hielo. Se realizó de inmediato un primer mapeo con radar de penetración de hielo, que confirmó el hallazgo. Se regresó al año siguiente y se completó un mapeo exhaustivo. Los resultados fueron entonces analizados en detalle y se enviaron para publicación en la revista especializada de la materia, “Geophysical Research Letters”, donde el artículo apareció el 22 de mayo recién pasado, los autores son todos integrantes del laboratorio de glaciología del CECs: Andrés Rivera, José Uribe, Rodrigo Zamora y Jonathan Oberreuter.

 

 

El lago subglacial CECs se encuentra en una zona divisoria de tres grandes glaciares de la Antártica Occidental, donde nacen grandes corrientes de hielo, por lo mismo se encuentra en un situación de baja perturbación, donde el movimiento del hielo es casi inexistente. Esto permite caracterizar al lago como un cuerpo de agua extremadamente estable, con mínimos intercambios de masa con su entorno, convirtiéndolo en un lago prácticamente encapsulado. Lo que favorece la hipótesis de que de albergar vida, esta se habría desarrollado en condiciones de extremo aislamiento.

 

“El lago había permanecido invisible a los sistemas con láser satelital (IceSat), porque no perturba la superficie, no hace variar la altura del hielo y por ende no está experimentando grandes cambios volumétricos, debido a que está en una fosa profunda, muy por debajo del nivel del mar”, explicó el glaciólogo del CECs y miembro de la expedición, Andrés Rivera.

 

La ubicación del lago es de acceso especialmente simple desde el punto de vista logístico, encontrándose sólo a 160 kilómetros del glaciar Unión, donde pueden aterrizar aviones de gran envergadura, lo que contribuyó significativamente a que su descubrimiento se hiciese directamente por exploración terrestre.

 

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Hasta la fecha ha sido posible perforar la capa de hielo que lo cubre e introducir una sonda en sólo un lago subglacial, el lago Whillans. Los hallazgos biológicos que fueron publicados hace cinco meses atrás indican que este lago subglacial, tan sólo a 600 metros de profundidad, tiene vida, incluso peces, en parte porque tiene un mayor intercambio de materia y agua que luego de pasar por el lago llega al mar de Ross, por lo que no constituye un sistema cerrado. De ahí la necesidad científica de encontrar un candidato lo suficientemente accesible de manera que una eventual perforación sea viable, pero al mismo tiempo, que el cuerpo de agua esté lo mas encapsulado posible.

 

“Hace años la comunidad científica está empeñada en probar la hipótesis de que incluso en las condiciones extremas de un lago subglacial cerrado, encontremos vida, ojalá lo más distinta a la que conocemos, ya que desde un punto de vista científico, sería lo más parecido a viajar a otro planeta y encontrar vida”, agregó el experto.

 

A continuación del descubrimiento y de la exploración geofísica ya realizada, el siguiente desafío, sin duda no menor, es la perforación e introducción de una sonda que no contamine. El lago CECs ofrece una oportunidad única para enfrentar este desafío, justamente por que combina de manera excepcional su baja perturbación y largo tiempo de residencia de agua, con una relativa facilidad de acceso.

 

Respecto a este hallazgo, el glaciólogo del CECs, Andrés Rivera, indicó que “es alentador comprobar que en pleno siglo XXI se pueden realizar descubrimientos geográficos significativos, honrando la tradición de la época heroica de la exploración antártica de principios del siglo XX”.

 

Nuestro aprendizaje fundado en más de 20 expediciones puede resumirse en una doctrina de exploración antártica tanto aérea como terrestre: movilidad de larga distancia. Hemos llegado a la convicción de que a través de esta práctica nuestro país logra acceder a las “grandes ligas” con recursos modestos para la escala de lo que se logra.